El demérito de ser los mejores

24 06 2010

Con permiso de Argentina, Brasil, y la horda de equipos americanos que se ha incrustado en los octavos de final, España tiene ante sí una oportunidad que ni pintada para auparse a la cima del fútbol mundial. Primero, claro está, tendrán que quitarse de encima a Chile, la nueva Brasil del 70, probablemente uno de los equipos más interesantes de lo que hemos visto de campeonato.

Una vez superado el trance de la primera fase, España se medirá en octavos bien a los brasileños o bien a Portugal, la única europea junto a Holanda que todavía mantiene semi-intacto su honor. Toda vez que han quedado fuera Francia e Italia, subcampeona y campeona respectivamente del último Mundial, el camino parece despejado de ‘cocos’.

Sin embargo, por el bien del fútbol y de la conciencia común, casi es preferible un Mundial clásico, donde todas los equipos simpáticos vayan cayendo a manos de  las favoritas de verdad. Así te evitas que, en caso de victoria, emerjan los de siempre, los puristas, los enamorados de la realidad paralela, a restarle méritos a una selección, la española, con la que nadie quiere enfrentarse.

Francia, última de su grupo (como en la Eurocopa). Italia, fracaso rotundo a la hora de intentar mantener su fidelidad a la carambola. Y entre Alemania e Inglaterra, a cual menos fiable, se disputará una plaza en cuartos. Están cayendo como moscas. Ahora sólo queda que lata en el pecho de La Roja el germen campeón, el orgullo de la campeona de Europa. Luego habrá tiempo para desentenderse de los soplapollas que le resten mérito a ganar un Mundial.